lunes, 7 de diciembre de 2015

Oliverio Girondo

DICOTOMÍA INCRUENTA

Siempre llega mi mano
más  tarde que  otra  mano
que se mezcla a  la  mía
y  forman  una mano.
Cuando  voy a sentarme
advierto que mi  cuerpo
se  sienta en  otro  cuerpo
que acaba de sentarse
adonde  yo  me siento.
Y en el  preciso  instante
de entrar en  una  casa,
descubro que  ya estaba
antes de haber  llegado.
Por eso es  muy  posible que  no asista a  mi entierro,
y que mientras  me nieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba, vestido de esqueleto,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.

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