miércoles, 30 de diciembre de 2015

N o n u d r a

Me estoy yendo sin saber adónde, tras el ladrido de perros o el toque de campanas; me estoy yendo, desoído, sin saber dónde habitaré mañana ni el refugio donde depositaré a este corazón. No hay casi pájaros de los que despedirse ni con los que volar en estas fechas de invierno, y las playas de ensueño están lejanas, muy lejanas y en silencio, como  si  soñaran  el alba  en  mares  aún  no  descubiertos  ni vistos jamás  por esos  tipos  de seres  a  los que  llamamos  humanos. Me estoy yendo, después de tanto tiempo muerto y de tanta espera aparentada. He  andado  perdido entre espejos  y  sostenido  por  la  vida, dativa y caprichosa, y ahora  ando  despacio, con el  alma al  raso y  el  cabello escaso  y  blanquecino, recordando tal  vez  una  canción  o  una  película quizás  que,  para el  caso,  lo  mismo es  y  da  lo  mismo. Vuestro es el  territorio  que dejo  y  el que  ocupéis,  pues  no  necesito  propiedades ni  gobiernos  ni  libros que  se venden  y se compran como  se venden  y se compran los  objetos o  bienes   de  mercado. Vuestra es  mi biblioteca errante y  errabunda, si podéis encontrarla.Yo fundaré otro infierno y otros cielos, acarrearé la lluvia con las manos y les escribiré cartas a los muertos de olvido y a esos seres fantásticos de los que nadie habla, pues nadie logró verlos.
Me estoy yendo sin motivo aparente, hecho símbolo acaso de mi soledad solemne y salerosa, mientras barre la neblina el polvo de mi cuarto oscuro y silencioso, donde a veces el alma se ilumina y, en ocasiones, se abisma el cuerpo, desbocado de noche o palpitando de imposibles. Me estoy yendo para inventarle recuerdos a esas almas que se abrazaron a mi sombra, no por interés, no por mandamiento ni mandato, sino simplemente por delicadeza, por ternura. Escrita queda  mi  sonrisa  para quienes  me  amaron, y  escrita también  mi  dureza  para quienes  me arañaron  con  la suya o  me  mancharon de estulticia innecesaria. Quise ser  mago cuando era  mucho  más  niño de lo que  soy ahora; quise  ser  músico,  y tuve estrellas en la  mano izquierda  que  acaricié con  la derecha. Vuestro es el  territorio y  vuestra es  la  pluma:  la  que vuela sola  y  la que  ya  no  pinta. Debajo  de  ese árbol, en  algún  lugar polvoriento  y  caluroso de  Perú, quedan  mis aforismos celestes  y  mis  versos  para abrir  la  puerta del  infierno que  fundé -  o  me fundaron.

Nonudra, 30/12/2015

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