martes, 29 de septiembre de 2015

Madrigales

No se por qué
aquella  noche
me  regalaron  Marzo
las estrellas,
y  la  tierra,  Noviembre.
No sé  por qué
la  Luna era
liviana y  grande
como  el  centinela
del  cielo,
y salían de mi  boca
sueños indelebles
que  nunca fueron
ni  propios
ni  posibles.
No sé  por qué
aquella  noche
era  un  manojo
de  plumas,  viento
y  ladridos lejanos
el  horizonte...
No se  por qué
me regalaron versos
mudos  y  secretos
para siempre.

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