No se por qué
aquella noche
me regalaron Marzo
las estrellas,
y la tierra, Noviembre.
No sé por qué
la Luna era
liviana y grande
como el centinela
del cielo,
y salían de mi boca
sueños indelebles
que nunca fueron
ni propios
ni posibles.
No sé por qué
aquella noche
era un manojo
de plumas, viento
y ladridos lejanos
el horizonte...
No se por qué
me regalaron versos
mudos y secretos
para siempre.
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