miércoles, 23 de septiembre de 2015

 M  A  D  R  I  D

Breve encuentro con la ciudad  que más  me quiere.
Madrid, cualquier  mañana o  cualquier  tarde en que se suben al alma  los recuerdos por  los aromas,  y  los años  pesan  como sacos de arena,  mientras  las  cicatrices,  leves, nos enseñan el retrato del  pasado, y  los  ojos  nos  muestran  la cama  donde dormimos o  despertamos al amor
Madrid, cualquier  mañana  o cualquier  tarde, entre  luces  y reflejos sin  ojos dorados,  pero  con  la  vista  puesta en el día de marras, cuando  había  golondrinas en  la  habitación de  Bécquer y  hojas de otoño diseminadas  por  los  pazos  gallegos.
Madrid, donde  se arañan  las  paredes con  la  vida de  los otros, y es  la  nuestra  sólamente una  caricia del  tiempo  a las calles, al lugar donde  fuimos  felices acaso.
Madrid, cuando  ya  no  nos queda de  los sueños  más que  un pedazo de  nada  hecho ya arte  o  desalojo de  nosotros mismos.
Madrid, ahora que el  otoño se  otoñece,  y  pensamos en  la lumbres aquellas que  aliviaban  el  invierno y  nos  daban  luz para  leer Flecha  Roja y  El  Capitán  Trueno.

Madrid hecho  recuerdo,  rastro de emociones  y de amores  fugaces como estrellas en  día de  San Lorenzo esta  mañana de  Septiembre, jugando con la esperanza al  corre que  te  pillo, mirándole a los ojos a esa estatua  que  duerme,  indefinida, como si nunca  más fuera  posible regresar al  Paraíso.
Madrid pintado  fugazmente con  palabras azules  y sonidos de trenes.
Madrid  buscando  peces contra  los acantilados de la  niebla  y  el olvido.

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