Ya Mayo otra vez se me lleva
de tu esquina, Señor,
a mi esquina de sombra;
ya el barco navega de nuevo
por las nubes que eran
el sueño
de mi mismo
y de otros que fueron capitanes
o náufragos.
Ya Mayo se marea fijo en el horizonte
donde antes hubo besos
y hubo olas y adioses florecidos
doblemente: de ida y vuelta;
ya el barco navega de nuevo:
sin rumbo ni tripulación
ni puerto.
Mar y cielo se unen ahora
y son salados los besos
de la ausencia
azul
y
sola.
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