sábado, 30 de mayo de 2015

Jesús Lizano

                TRISTÁN

Tristán he de llamarme desde ahora
que  conozco el destierro  y  me  han  herido,
que descanso en el  bosque  y  me he  perdido,
extraña  fauna,  desolada  flora.

Oigo  un  rumor:  mi  corazón que  llora.
Este es  un  soliloquio enloquecido,
flechas entre el  recuerdo  y el  olvido.
Pasos:  mi  soledad. Ayes:  mi aurora.

No  hubo  batallas,  ocultos me cazaron,
en  mi  inocente sueño, desleales
dispuestos a cumplirse en  su  venganza.

Tristán  me  llamarán  los que me amaron
comprendiendo el  más  triste de mis males:
Isolda  traicionando  mi esperanza.

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