lunes, 1 de diciembre de 2014

Luis Rosales

Tu soledad, Abril,  todo  lo  llena,
colma de  luz  la espuma  y  la corriente,
aurora  niña con  su sol  reciente
toro en  golpe de mar  como  mi  pena.

La soledad  del  corazón  resuena
desierta  ya  como  un  reloj  viviente
que recuerda que late porque siente
la marcha de tu pie sobre su arena.

Y así vas caminando sangre adentro,
sangre hacia arriba, hacia el primer encuentro,
sangre hacia nunca en la memoria mía.

¡Ay, corazón donde  me pisas  tanto!
¡qué soledad sin  ti,  cierva de  llanto!
¡qué soledad  de  luz  buscando el  día!

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