Rebasaste la altura de mi presa
cerrada -por la herida- a todo vado.
¡Ay, qué caudal de amor almacenado
y que de desangrarme ya no cesa!
Explicarme no puedo a dónde esa
inundación se fue -mi amor o nada-
¡Ay, qué caudal de instantes la he buscado
desde que sorprendiste mi sorpresa!
Un mal sabor de alma quizá guardes
de tu súbito paso por mi bruma.
Disfrazando tu ausencia de tardanza,
yo sigo haciendo, tardes y más tardes,
una leve cadena de esperanzas
con todo lo que queda: con la espuma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario