domingo, 2 de junio de 2013

Aníbal Núñez

Rebasaste  la altura de mi  presa
cerrada -por  la herida- a todo  vado.
¡Ay, qué caudal de amor  almacenado
y  que de desangrarme  ya  no  cesa!

Explicarme  no  puedo a dónde esa
inundación se fue -mi amor o nada-
¡Ay, qué caudal de instantes la he buscado
desde que sorprendiste mi sorpresa!

Un mal sabor de alma quizá guardes
de tu súbito paso por mi bruma.
Disfrazando tu ausencia de tardanza,

yo sigo haciendo, tardes y más tardes,
una leve cadena de esperanzas
con todo lo que queda: con la espuma.

No hay comentarios: