A la sombra de las muchachas en flor, puse
mi corazón deslumbrado y ardiente;
a la sombra de la luz crepuscular ahora
mi pensamiento escribe con tu voz,
reina de corazones, la canción
de los deseos y de las despedidas.
Adiós, juventud perdida, adiós.
Ya lo que diviso y queda
es el perfume de una flor
que ha tiempo vive muerta.
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