mal supo amar, porque si amar supiera,
¿qué es la ausencia? La muerte nunca hubiera
las mientes de su amor adormecido.
¿Podrá olvidar su llaga un corzo herido
del acertado hierro, cuando quiera
huir medroso, con veloz carrera,
las manos que la flecha han despedido?
Herida es al amor tan penetrante
que llega al alma, y tuya fue la flecha
de quien la mía dichosa fue herida.
No temas pues en verme así distante,
que la herida, Amarili, una vez hecha,
siempre, siempre y doquiera será herida.
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