miércoles, 2 de enero de 2013

Antonio Carvajal

Precisamente allí, junto a la rosa
que si no exhala amor rinde rubores,
estabas, muerte, frente a los colores,
no sé si esquiva o, por contagio, hermosa.

Precisamente allí, con cada cosa
en su lugar: corderos en alcores,
vilanos en suspenso, abeja en flores,
suspiro al pecho, al viento mariposa.

     ¿Por qué precisamente allí emboscada?
¿Por qué precisamente allí taimada?
¿Por qué precisamente allí serena?

     Cuando corté la rosa vi tu gesto,
precisamente allí, de nuevo enhiesto,
y no le cupo al corazón la pena.

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