Poema de la tarde
que arde en la hoguera
donde el pensamiento
sueña con la escritura
del viejo niño
que, ansioso, mira
donde habita el olvido
y duerme sin fin la memoria.
A esta hora llegan las sombras
alargadas, nítidas, y los argumentos
se debilitan contra el eco repetido
de los días, las palabras.
A esta hora se van despacio
los proyectos de aventura
desde los ojos erráticos
hasta el fondo del silencio
blanco.
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