martes, 27 de julio de 2010

Pido limosnas para un mendigo que no me conoce,
doy limosnas a un extraño que no sabe quién soy;
voy como un vagabundo por las cosas errantes,
regreso cada noche a mi sueño infantil y monstruoso;
con palabras raras trastoco diccionarios y leyes,
nunca sin mí logro sentir la música del viento;
pero un torbellino de sonidos y luces me ciega,
cuando escribo como si escuchara el silencio, cuando
callo como si pintara las sombras del olvido.
Pido limosnas a un extraño que no sabe quién soy,
doy limosnas a un mendigo que tiene mi mismo nombre;
ando latiéndome la sangre como al mar le laten
los recuerdos de siglos y pleamares, resignados,
en su beso o pulso constante con la tierra.

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