miércoles, 12 de mayo de 2010

Otra vez (y ya van unas cuantas) descubro la perfección y la musicalidad de los sonetos de Jorge Luis Borges, al que todos consideran un extraordinario escritor de cuentos, relatos y hasta novelas (que no hizo). Otra vez (y ya van muchas) recuerdo su retrato, aquel retrato de un Borges jovencísimo, que tenía Julio Cortázar en su apartamento de París, donde habitaban en un collage fantástico o calidoscopio maravilloso, la literatura y la música, el espacio y el tiempo, el ayer y el mañana, más cronopios que famas y menos plata que humo.
Otra vez ( y ya van unas cuantas) descubro que a través o por medio de los sonetos de este hombre que no fue feliz, llego a los sonetos de Shakespeare, al cancionero de Petrarca y a las "historias" de Homero.

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