lunes, 30 de noviembre de 2009

Cada 30 de Noviembre se pintaba de azul el corazón, las manos de amarillo, de sombra los ojos, y se perdía en medio de las gente callejeando, o se quedaba solo con el rumor del mar y las canciones del pasado, navegando en un océano de olvido, desvelado. Cada 30 de Noviembre recordaba cada amor perdido, cada batalla ganada, los días a pájaros, el nombre de los perros que tuvo y el de algunas mujeres que quizá le amaron de verdad sabe Dios porqué. Cada 30 de Noviembre recordaba países lejanos, corazones robados, besos que nunca dio y que nunca le dieron, y se perdía en medio de la gente, el corazón pintado de azul, de amarillo las manos y los ojos de sombra, persiguiendo fantasmas, desvelado.

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