lunes, 15 de diciembre de 2008

Andan mis libros sueltos por la casa. Salen, entran y traen a veces, prólogos nuevos, epílogos distintos, hojas en blanco o mojadas, y hasta epitafios del tipo. "hic jacett". Entre tanto desconcierto, tanto ir y venir de hojas escritas, pintadas, sordomudas; yo, asombrado, los miro con ternura, preguntándome a dónde van mis libros y por qué, que vuelven siempre más misteriosos, evocadores y enigmáticos.
Andan mis libros sueltos, solazados o encogidos de frío, revelándome algo que sospecho solamente ellos conocen. Y yo, con desparpajo y atención, los observo, absortos, en ese ir y venir a ningún sitio, siempre los mismos y siempre diferentes.
Andan mis libros sin entrar en palo, valduendos* y aventureros cual personajes de Jack London; y traen a veces, entre sus harapos escritos, restos de mis naufragios, nidos secretos de pájaros azules y nevados.
Andan mis libros sublevándose callados contra el ejército invencible del olvido ciego.
(*) Esta palabra puede escribirse con "b" o con "v". Yo utilizo la uve, porque así me la enseñó mi madre.

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