jueves, 6 de marzo de 2008

El intercambio imposible (Jean Baudrillard)

Normalmente, nuestras células están destinadas a dividirse un número determinado de veces para después morir. Si en estas divisiones aparece una perturbación (alteración del gen antitumoral o de la apoptosis), la célula se vuelve cancerígena: se olvida de morir, olvida cómo morir. Procede a clonarse a sí misma en miles de millones de copias idénticas, formando un tumor. Habitualmente el resultado es la muerte del sujeto y las células cancerosas mueren con él. Sin embargo, en el caso de Henrietta Lacks, unas células tumorales que se le extrajeron en vida, fueron cultivadas en laboratorio y siguieron proliferando sin fin. Porque ofrecían un espécimen especialmente virulento y llamativo, fueron enviadas a todas las partes del mundo, incluso al espacio en el Discoverer 17. Así es como el cuerpo diseminado de Henrietta Lacks, clonado a nivel molecular, continúa su ronda inmortal, mucho después de su muerte.

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