martes, 4 de diciembre de 2007

A los 42 años, consumido por la fiebre y las calamidades, Hernando de Soto, descubridor del camino a Cuzco y conquistador de Cajamarca, muere a las orillas del Mississipi, habiendo sido al parecer el primer europeo en hablar con el inca Atahualpa, al que Pizarro apresó, confinó y ejecutó, a pesar de cumplir Atahaulpa su promesa de llenar una vez de oro y dos de plata el famoso Cuarto del Rescate.
Cajamarca, fundada antes de la llegada de los españoles, es hoy una hermosa ciudad, llena de vestigios coloniales de todo tipo: escudos nobiliarios, balcones en madera, portones antiguos con aldabas bellísimas y repujados en metal, casas con pórticos labrados en piedra, el antiguo hospital, la catedral, iglesias, campanarios, escuelas y el mirador de Santa Apolonia, desde donde parece sentirse aún el hálito de ese héroe, amigo del jefe inca ejecutado, llamado Hernando de Soto.

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