sábado, 27 de octubre de 2007

Muchas veces me lo dijiste :"Házme un poema". Y yo siempre solía responderte: "EL poema eres tú." Hoy me acordé de esta especie de anécdota obsesiva, cuando yo ya ni soy poeta ni tengo la gracia, como diría Yukio Mishima, de la poesía. Hoy me acordé, cuando era tarde en los relojes y tarde en los calendarios y tarde también en nuestra vida, de esa petición tuya, y miré los muros de lo que fuera nuestra casa, y sólo vi objetos que latían sinsentido, descompasados, ruinas cartaginesas, babilónicas. Hoy la noche no quiso dormirse y yo no quise que la noche se durmiera, así es que puse los ojos en ese ejército de fantasmas silenciosos con olor a viejo, que me acompañan desde hace muchos años, y pensé que yo no soy poeta por lo que escribirte pueda, sino por lo que tú me hagas vivir, mujer de nadie, sombra de luna, inverosímil trapezista que se arrojó desde las nubes a la tierra sin más red que una cortina de lluvia. Muchas veces me lo pediste: "Házme un poema", cuando más dolía la sangre y dolían más las cosas. Y yo siempre solía responderte de igual forma, hasta hoy que cambié la respuesta: "El poema soy yo."

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